Kenny Burrel se convirtió por méritos propios en una de las figuras más relevantes del jazz. Un virtuoso músico que ha dado momentos de gloria al histórico sello de jazz americano “Blue Note”. Este prestigioso artista, destaca por su versatilidad a la guitarra y por su talento innato. Dejó obras excepcionales en colaboración con los artistas más grandes del jazz.
La ciudad motorizada de Detroit, ve nacer a Kenneth Earl Burrell en 1931. Desde muy temprana edad se inicia en el arte de las seis cuerdas, dado que se cría en el seno de una familia con un amplio currículum musical. A principio de los 50 y con apenas 20 años, debuta con sus primeras grabaciones, muy influenciado por guitarristas extraordinarios como Django Reinhart, Charlie Hayden o Wes Montgomery.
Con una gran trayectoria musical a sus espaldas, Burrell graba álbumes sin cesar, tanto para su propia banda, como para otras estrellas americanas del jazz. En 1963 tiene la idea de grabar un disco de blues (Este dato es confuso, ya que hemos consultado varias fuentes que dan esta fecha como la de la publicación, sin embargo, en el CD original la fecha que data literalmente es: “Recorded on April 21, 1967 at the Village Gelder Studio, Englewood Cliffs, New Yersey”).
De lo que no tengo duda, es de la banda de acompañamiento con la que contó Kenny para grabar este magnífico LP: el gran saxofonista tenor Stanley Turrentine, el contrabajista Major Holley, Jr, con Bill English (batería) y el percusionista Ray Barreto (congas) que impregnó a este disco de un espectacular toque latino. Producido por Alfred Lyon, el elepé original salió a la luz con siete temas, agregando dos más en la edición remasterizada de 1998.
El disco abre con “Chilints Con Carne”, canción de inolvidable intro a cargo de Stanley al saxo, que ya nos va preparando para atraernos con un sonido sensual. Este tema compuesto por Kenny Burrell, pasó a formar parte de los standars de blues desde que se publicó, y fue versionado en multitud ocasiones por bluesman de la talla de Otis Rush y más recientemente por Stevie Ray Vaughan.
“Mule”, con algo más de seis minutos de duración, es una delicia y nos sorprende la calma con la que ejecutan este blues. Seguidamente, “Soul Lament”, una triste pero bella interpretación de Burrell. Continúan con “Midnight Blue”, pista que da título al álbum, con un apoteósico guitarreo de Kenny Burrell solo a la altura de los más grandes.
Otros cortes que completan el LP son: “Wavy Gravy” y “Gee Baby, Ain´t I Good To You”, en dónde demuestran la antológía de este disco. El clásico “Saturday Night Blues”, es un ejemplo del virtuosismo de Burrell. Para finalizar, dos temas añadidos posteriormente, y no menos espléndidos “Kenny´s Sound” y “K Twist”.
A mi juicio, Kenny Burrell es una parte esencial del jazz en los Estados Unidos. Un artista que deslumbra al público con su guitarra y un trabajador incansable. Nos obsequió con un magistral disco de blues y es un músico admirado y respetado en todo el mundo. En la actualidad y a sus 82 años, continúa deleitándonos con su música y con el particular sonido que logra sacar de su Gibson. Simplemente, genial.